Casting para Nina J. Djanovic.

Sinceramente, me ha gustado el personaje. Nina no es la típica mala de la película que lo único que quiere es matar y masacrar a los buenos casi siempre sin razón lógica. Me gusta que ella tenga que trabajar, más sin embargo, no es lo que realmente desea. En fin, considero que podría manejarlo bien y considerando el hecho de que tengo familiaridad con el PB, Mila Kunis, entonces, me gustaría llevarlo.

Una reunión de la Guardia y cómo siempre, Nina se encuentra distraída y anti parabólica ante lo que los demás puedan decir. Con la intervención de Stephen L. Moriarty y Mitch L. Sheppard.


Blah, blah, blah. Eso era lo que Nina escuchaba mientras observaba cómo los labios de su lider se movían sin ningún sentido para ella. Tácticas, estrategias, planes maestros que al final terminaban siendo inútiles porqué la guardia lórica terminaba saliéndose con la suya. ¿Realmente Stephen era tan iluso para creer que ésta vez si funcionaría? Nina no lo era. La joven castaña sólo se dedicaba a observar la ventana cómo si su vida dependiera de ello, mientras escuchaba las palabras del resto cómo simples murmullos a su espalda. Percibió cómo, afuera, comenzó a llover provocando que las largas y viejas ramas de los árboles ocultaran en su eterno refugio a aquellos animales que no deseaban ser mojados. Observó a las pequeñas ardillas huir despavoridas mientras intentaban, en vano, escapar de las lágrimas que el cielo botaba. Las hojas caer, los pájaros volar en busca de un lugar para esconderse y las personas, siempre a prisa, corriendo para que sus maletines llenos de papeles sin importancia alguna no se mojaran con la lluvia.

Una imagen demasiado similar a su propia vida. Porqué Nina, en ocasiones cómo esa donde se encontraba frente a una ventana observando a los demás buscar un refugio del que ella sacaba provecho, era cuando se daba cuenta que se estaba ahogando en su propia lluvia de sentimientos que no le permitían ser feliz. Porqué sólo era la portavoz en una guardia que para ella no tenía importancia y lo que deseaba era ser otra más del montón, de aquellas personas que corrían para que el maletín no se mojara o de aquellas otras, que corrían porqué no querían que su peinado de peluquería fuera arruinado. Pequeñeces, estupideces, pero era lo que ella quería y no tenía. Una vida normal, sencilla, con detalles humanos de los cuales ella nunca disfrutó. Quizás... -¡Djanovic!- El grito de Stephen la sacó de sus deseos humanos frustrados provocando que volviera su oscura mirada a él, con recelo. -¿Qué?- Frunció los labios, mientras el resto de los murmullos callaban casi de golpe. A Stephen no le gustaba que no le prestaran atención, ella lo sabía, pero a ella no le gustaba que interrumpieran en sus pensamientos. Estaban a mano.

Observó cómo el líder al que debía lealtad enarcó una ceja con autoridad y ella lo único que pudo hacer fue sonreír con aquella falsa inocencia que estaba perdida. -¡¿Quieres que adivine?! ¡Vale! Nina, ¿Porqué no vas a decirle al número cuatro que los tenemos rodeados y que ésta vez, si no se rinden, nosotros haremos que lo hagan?; Y cómo es una amenaza súper terrorífica según tú, yo tendría que levantarme de éste asiento e irme derechito hasta donde está cuatro, ¿No es así?- Se levantó del asiento haciendo caso omiso a las riñas de Stephen y tomando la hoja donde se encontraba el plan para repasarlo. Luego... Simplemente salió de allí antes de que sus impulsivas palabras lograran que la sacaran del grupo. Y eso, aunque era lo que quería, no le convenía.

-¡Nina!- Mitch salió tras ella y cuando se disponía a tomar su auto, él la detuvo por un brazo haciendo que se volteará para encararlo. -¿Qué?- La misma respuesta que le había dado a Stephen, con el mismo tono impetuoso y arrogante, más sin embargo, Mitch sólo sonrió. Alzó un bonito colgante en sus manos y Nina llevó automáticamente sus manos al pecho, cómo si quisiera comprobar la existencia de algo que allí no se encontraba. Frunció los labios al notar que el colgante se le había caído cuando había salido con rapidez de la habitación y ciertamente, no quería perderlo. Era... Importante para ella. El hombre logró sacarle una sonrisa imperceptible cuando se lo entregó y volvió sin decir nada más a la casa. Y cuando el colgante rozó su cuello, fué consciente de la lluvia que caía a su alrededor y de lo terriblemente empapada que se encontraba, así que decidió entrar al auto para cumplir su tarea.

No era lo que deseaba, ni siquiera lo que quería, pero tampoco estaba tan mal.